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dissabte, 22 de maig del 2010

Eramos pocos y...

Este 2010 no está siendo demasiado prolífico en grandes discos, al menos en mi opinión. De este modo, lo nuevo de Nneka, titulado "Concrete Jungle" es un asqueroso refrito de sus tres discos anteriores (y eso que el de 2009 ya era precisamente eso, una especie de disco de versiones de si misma. Parecía insuperable, pero Nneka no tiene límite, y ha conseguido caer aun más bajo, versionando sus propias versiones de versiones de sus canciones. Juan Palomo, wellcome home). Por otra parte, los Them Crooked Vultures, que aquí ya hemos comentado hace unos meses, ofrecían un disco que parecía genial, pero que era solo envoltorio. Hasta Alela Diane, la marabillosa esperanza del folk americano, se acordaba de todos sus muertos con una pobre aportación, a caballo entre el jazz y el gazpacho leganes que estaba más cerca de lo predecible que del placer.

En una palabra, que el año no está siendo especialmente intenso en aportaciones. Evidentemente, mi juicio personal es intrasferible, y otros pensarán de forma distinta (dios mediante). Los únicos buenos discos de este año han sido para mi descubrimientos tardíos de 2009 (Regina Spektor, Sharon Jones & the Dap kings -quizás la excepción de la regla-, Tenacious-D). Y a ellos hay que añadir algun disco todavía no digerido que podría salvarme el verano, pero en los que no quiero poner grandes ilusiones, como el de Sophia Zelmani. La crisis, amigos, que todo lo pudre, ha llegado también a las mentes de muchos creadores.

Ahora bien, cuando tuve noticia, hace un mes, del nuevo plástico de la Mala, me senté impaciente en mi memoria musical para ir salivando adecuadamente. Debo confesar, sin embargo, que mi idilio con la Rodríguez es de dificil acepción. Esto es, que sus discos, salvando el Alevosia, me costaron unos dias. Pero con todo, a pesar de no saber por que, no podía dejar de seguir escuchando los Lujo Iberico o Malamarismo, hasta que ya no había manera de sacarlos de la cabeza. Era entonces cuando estaba en la linea que da mas miedo, cuando sabía que sin reputación no hay respeto, conozco esta zona, esta mona no se anda por las ramas y el minuto marcado por la Mala se volvía universal, eterno. Ella era LA música. Grandes sensaciones de gente apelotonada, de metro, de ciudad, de amistad y recuerdo, grandes ilusiones de futuro, erotismo sin concierto. La Mala me encanta.
Pero claro, cuando todo va mal, alguien como la Mala debería poder poner las cosas en un rumbo mejor. Aunque las ecuaciones en la música no funcionan, su disco "Dirty Bailarina" podría haber sido un nuevo coletazo de hip-hop, de poesía urbana. Esta mañana he empezado, pues, su religiosa atención, y me ha dado muy Mala espina la primera canción, con un estribillo tipo "sigo estando en la linea que da más miedo". Me he atemorizado, igual que cuando uno piensa en Avatar 2 o en Rocky 5. Sigo estando en donde? Malo, Mala, malo. La cosa, a lo largo del disco, no empeora, pero tampoco va a mejor. Y entendámonos desde ya: No es un mal disco. Simplemente, es un disco más. De ahí, a menos hay muy poca diferencia, tan sólo un cambio de signo.
Trabajado, musicalmente muy completo, y con la mala poniendo vocecillas y currandose unos tonos muy melódicos y unas letras que quieren luchar, pero que son de parada de feria, de mitin, de propaganda electoral.
Donde quedo la maldad de la Mala? Su poesía ha muerto entre las ostias de la creatividad. La crisis, amigos, que baja la inflacción de las respuestas, y crea monstruos de jazzismos y tonalidad.
Pues eso, que el disco se lo podía haber ahorrado, y en un año como este, más.

Eramos pocos, y pario la Mala.
Poco más nos queda por salvar.

dijous, 4 de març del 2010

Un dia cualquiera

Los días son siempre cuestión de tiempo, es decir, vienen y se van. Pero en el último mes, debo reconocer con cierto gozo que, a pesar de los elementos habituales (el tren, el metro, el café, el trabajo, la comida, las conversaciones sobre LOST, la cena, los libros, los capítulos de las series, los besos a mi princesa, los paseos de la gata, más libros, el tren de vuelta, más metros, la leche mezclando el café...), un nuevo concepto se ha sumado a mi rutina. Se llama Regina Spektor, y dicen que canta.

En la búsqueda cotidiana de la música del segundero, sin haberlo pretendido, he encontrado un precioso sustento melódico. Se llama Regina Spektor, sí, y a veces me siento ridículo escuchando una música tan sencilla, tan adolescente, tan televisiva, pero por alguna causa infinitamente secreta, me encanta, y no puedo evitar volver a sus canciones, que me recuerdan a todo cuanto he conocido alguna vez, a todo cuanto se. Si, se me humedecen los labios, los ojos se sienten vivos, curioseo con su música los rostros de los desconocidos y murmuro aquel "blue veins, blue lips..." y me siento como si fuese protagonista de un anuncio. Entonces miro alrededor, y si, soy mi propio anuncio, soy mi tiempo, esta es mi tierra. Estoy aquí. Y ella canta para mi.



dilluns, 1 de febrer del 2010

La teoría del pollo: Them Crooked Vultures

Ahora resultará que todo cuanto he escuchado en mi vida se reduce a una extraña combinación secuenciada y por lo tanto perfectamente seriable de notas y acordes que, en la medida correcta, puede ser reproducida, como con una fórmula científica, y que nada de lo que parece genial es en el fondo más que una reiteración correcta de sonidos derivados que se resuelven, como en el futbol, a grandes patadones, para dar lugar a melodías sorprendentemente familiares.

Sí, señores, Them Crooked Vultures suenan a pollo. Y no lo digo porque su nombre haga referencia a unos buites encorvados (crooked vultures), sino porque la primera (y casi la única) sensación que transmiten estos genios relativos es la de la familiaridad. Y claro, a partir de entonces, yo diría, juegan en casa. Uno padece ante su música la sensación de un deja-vu sonoro poco habitual. Diría que yo ya he escuchado esto.

Pero no, es la primera vez que Mr. Dave Grohl (batería de Nirvana), el grande (GRANDE) John Paul Jones (multimusiquista de Led Zeppelin) y otro tío que no se si me importa mucho aunque lo hace bastante bien (James Homme, de algun grupo que, dios pueda perdonarme, no conozco ni pretendo) se reunen para darle al metrónomo. Pero claro, el sonidillo que se sacan de la manga huele a pollo. Al de siempre, vamos. Es decir, que ahora te crees que estas escuchando momentos zepp (es lo que mejor he detectado, maldita sea mi alma), ahora suenan como si los Cream de Clapton hubiesen decidido volver a la vida con su mejor repertorio, ahora parecen unos tíos guays a lo Red Hot y te sientes que los 90 no fueron tan malos, luego resulta que se sacan un riff de los que activan las pupilas gustativas, después se te van por la banda con un pequeño inserto a lo Goran Bregovich... Dios, pero qué pasa con estos tíos? Es que no queda nada sagrado?

Scumbag Blues

Bien, pues, los Them Crooked Vultures son buenos, muy buenos. Pero les falta chispa. Es decir, son tan familiares que se dejan demasiados minutos de canción en el vinilo, y se pasan de guapos, la verdad. Cada canción es genial durante casi 2 minutos (se salvan un par, como la "Creamera" Scumbag Blues - el blues de la bolsa de basura, si es que hasta en eso se salen...- o Reptiles, un poco demasiado Zeppelin, aunque claro, hay opiniones diversas y de setas está lleno el bosque).

Pero no sé si dicen nada propio. No tengo todavía claro si aguanto este disco interminable que me recuerda que la música que me enloquece ya no se hace, y estos tíos hacen arqueología y la sacan de la tierra, toda llena de manchas, medio rota, pero no la crean nueva, no me cuentan nada nuevo, y todo me sabe igual.
Al final, claro está, todo se resuelve con la teoría del pollo: hay tantas cosas que saben a pollo que como puedes llegar a saber que el pollo está bueno?

dissabte, 9 de gener del 2010

Alela in Wonderland

Que Bob Dylan no ha muerto es, por suerte, una evidencia. Que, pese a ello, y a la genialidad del maestro incombustible e irreverente, su lugar en la música necesita un reemplazo es, no obstante, una esperanza. Durante 2008 y parte de 2009, Alela Diane fue para mi la materialización de esa esperanza.


No puedo decir ahora por qué extrañas circunstancias, sin haber oido nunca su nombre, me bajé, de dios sabe donde, su disco de 2006. La cosa debió ser hacia principios de 2008, quizás finales del anterior. Lo cierto es que, no importa el cómo, el album titulado "The Pirat's Gospel" me dejó pálido, sediento, sus melodías eran como el agua del pleno desierto. Una limosna a un pobre, vamos. Y la clave de esta emoción era no ya la voz o las letras de Alela, sino la absoluta sencillez de su música, plenamente pura, casi tan transparente como la del Freewheelin'. Casi. En algún lugar web llegué a leer que era una pena que Johnny Cash estuviese muerto, porque no podría cantar la canción "The Rifle" que Alela parecía haber compuesto para la voz intima y pronunciada de aquél.


Los cortes de inicio del disco se me clavaron como piedras del camino de la vida en cada uno de los cinco sentidos. Me recuerdo durante un año como 2008 llegando a casa de cualquier parte para, en la noche, esconder mi sociabilidad y arroparme con "My Third Feet" o "Foreign Tongue", recubriendo el alma con solitarios acordes de Gin-Tonic (amb pomada mallorquina) y sintiendo la vida pasar. Muchos fueron entonces los que coronaron a Alela Diane como la heredera de los grandes del Folk [americano, claro], la nueva esperanza de un género dificil y austero, pero necesario y rico como pocos.


Y debió ser, entonces, que Alela atravesó la madriguera de conejo. Supongo que el éxito debió suponer su propio "País de las marabillas". No nos equivoquemos: me alegro. Me gusta ver el buen trabajo recompensado por las mieles del triunfo. Pero algo se debió romper en el ecosistema melancólico de la esperanza folk, porque su nuevo disco, titulado "To Be Still" y con fecha de 2009, es una especie de mirada hacia Alela, pero esta vez la perspectiva tiene lugar a través del espejo. Es decir, que la música de Alela en esta nueva aventura parece la misma que aquella que encandilaba a las bestias y a las sirenas. Y no se puede negar, los dos primeros tracks son puramente propios del estilo que imperaba ya en el album anterior. Pero desde el principio también puede apreciar uno que Alela ha dejado de ser un obrero del folk para convertirse en una especie de orfebre, y que su música está más trabajada, con una mejor producción, con más instrumentos alrededor de la base sencilla que era la marca de la casa en el "The Pirat's Gospel".



De hecho, incluso la voz de Alela suena diferente. Por momentos pienso, cuando escucho este nuevo "To Be Still" si no habrán querido hacer de ella una nueva Alanis Morrissette, con aquel timbre tan característico, tan especial que, diría, Alela puede también obtener pero no para reivindicar, sino para admirar la vida teniendo lugar a nuestro alrededor. Y su estilo sigue presente, sí, en este nuevo disco, especialmente en la canción "White as Diamonds", pero ha sido enmascarado por violoncelos y segundas voces que no hacen sino esconder la verdadera belleza de aquello que no necesita de adornos para ser precioso y genial. En el paso a través del espejo, Alela ha perdido su sencillez, o quizás la música, entendida como negocio, se la ha robado.
Con todo, no crean, el disco no está mal. Habría mejorado si hubiese sido editado en formato cassette o lp, donde existían las dos caras de los discos, ya que la primera parte de este album es aproximadamente buena, pero la segunda no tiene ningún tipo de sentido o gancho, se repite más que la empanada de mi madre, aunque sin el notorio placer de ésta. Algo se ha roto más allá del espejo y de la canción #Take us back, que ya en su título parece avisar de lo que vendrá despues: la nada absoluta.


Apreciando este nuevo trabajo de Alela Diane me he llegado a preguntar si no estaré haciendo lo mismo que los críticos con Dylan en su momento de cambio de estilo, del Folk a otra cosa diferente. Y me preocupa pensar en ello, ya que supondría decir, entre otras cosas, o que me he hecho viejo, o que no puedo, como otrora, entender cuanto pasa en Wonderland, que ya no puedo cruzar el espejo. Para alivio propio, ante tales incertidumbres, escucho de golpe la segunda parte de este disco que se esconde infame de la propia Alela, y entonces recuerdo que Dylan nunca pacto con la reina de corazones.

divendres, 9 d’octubre del 2009

Cass McCombs "Catacombs" (Domino/Pias)



Llegint la Mondosonoro d’octubre m’ha sorprès veure, en la quarta posició del Top10 Internacional, aquest meravellós disc. Fa dies que no puc parar d’escoltar-lo. La primera vegada que va sonar a casa Catacombs estava fent alguna cosa sense atendre la música que anava sonant, però a mida que anaven sonant les cançons vaig anar prenent més consciència que alló que sortia pels altaveus de casa era algo més que una novetat. “You Saved My Life” (que a mi em recorda a Sigur Ros) va ser el tema que em va fer tirar enrere el disc, i tornar a començar. Ara si amb la màxima atenció. O sigui, tombat al sofà amb Cass McCombs a un volum considerable. El disc sona a “aixó ja s’ha fet... però...”. És una joia, refinada, de molt bon gust, de cançons infinites plenes de senzillesa. Jo no puc parar d’escoltar “Harmonia”, l’escolto dos o tres vegades al dia, però a mida que aneu escoltant el disc us anirà atrapant. Entreu a les catacumbes, la foscor us farà gaudir d’un gran disc.

Cass McCombs actuarà a Barcelona el 12 i 13 de desembre de 2009, dins la programació del PrimaveraClub2009.

http://www.myspace.com/cassmccombs