
En la búsqueda cotidiana de la música del segundero, sin haberlo pretendido, he encontrado un precioso sustento melódico. Se llama Regina Spektor, sí, y a veces me siento ridículo escuchando una música tan sencilla, tan adolescente, tan televisiva, pero por alguna causa infinitamente secreta, me encanta, y no puedo evitar volver a sus canciones, que me recuerdan a todo cuanto he conocido alguna vez, a todo cuanto se. Si, se me humedecen los labios, los ojos se sienten vivos, curioseo con su música los rostros de los desconocidos y murmuro aquel "blue veins, blue lips..." y me siento como si fuese protagonista de un anuncio. Entonces miro alrededor, y si, soy mi propio anuncio, soy mi tiempo, esta es mi tierra. Estoy aquí. Y ella canta para mi.
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