Los días son siempre cuestión de tiempo, es decir, vienen y se van. Pero en el último mes, debo reconocer con cierto gozo que, a pesar de los elementos habituales (el tren, el metro, el café, el trabajo, la comida, las conversaciones sobre LOST, la cena, los libros, los capítulos de las series, los besos a mi princesa, los paseos de la gata, más libros, el tren de vuelta, más metros, la leche mezclando el café...), un nuevo concepto se ha sumado a mi rutina. Se llama Regina Spektor, y dicen que canta.
En la búsqueda cotidiana de la música del segundero, sin haberlo pretendido, he encontrado un precioso sustento melódico. Se llama Regina Spektor, sí, y a veces me siento ridículo escuchando una música tan sencilla, tan adolescente, tan televisiva, pero por alguna causa infinitamente secreta, me encanta, y no puedo evitar volver a sus canciones, que me recuerdan a todo cuanto he conocido alguna vez, a todo cuanto se. Si, se me humedecen los labios, los ojos se sienten vivos, curioseo con su música los rostros de los desconocidos y murmuro aquel "blue veins, blue lips..." y me siento como si fuese protagonista de un anuncio. Entonces miro alrededor, y si, soy mi propio anuncio, soy mi tiempo, esta es mi tierra. Estoy aquí. Y ella canta para mi.
drapdecuina dos mil vint
Fa 4 anys
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