dilluns, 1 de febrer del 2010

La teoría del pollo: Them Crooked Vultures

Ahora resultará que todo cuanto he escuchado en mi vida se reduce a una extraña combinación secuenciada y por lo tanto perfectamente seriable de notas y acordes que, en la medida correcta, puede ser reproducida, como con una fórmula científica, y que nada de lo que parece genial es en el fondo más que una reiteración correcta de sonidos derivados que se resuelven, como en el futbol, a grandes patadones, para dar lugar a melodías sorprendentemente familiares.

Sí, señores, Them Crooked Vultures suenan a pollo. Y no lo digo porque su nombre haga referencia a unos buites encorvados (crooked vultures), sino porque la primera (y casi la única) sensación que transmiten estos genios relativos es la de la familiaridad. Y claro, a partir de entonces, yo diría, juegan en casa. Uno padece ante su música la sensación de un deja-vu sonoro poco habitual. Diría que yo ya he escuchado esto.

Pero no, es la primera vez que Mr. Dave Grohl (batería de Nirvana), el grande (GRANDE) John Paul Jones (multimusiquista de Led Zeppelin) y otro tío que no se si me importa mucho aunque lo hace bastante bien (James Homme, de algun grupo que, dios pueda perdonarme, no conozco ni pretendo) se reunen para darle al metrónomo. Pero claro, el sonidillo que se sacan de la manga huele a pollo. Al de siempre, vamos. Es decir, que ahora te crees que estas escuchando momentos zepp (es lo que mejor he detectado, maldita sea mi alma), ahora suenan como si los Cream de Clapton hubiesen decidido volver a la vida con su mejor repertorio, ahora parecen unos tíos guays a lo Red Hot y te sientes que los 90 no fueron tan malos, luego resulta que se sacan un riff de los que activan las pupilas gustativas, después se te van por la banda con un pequeño inserto a lo Goran Bregovich... Dios, pero qué pasa con estos tíos? Es que no queda nada sagrado?

Scumbag Blues

Bien, pues, los Them Crooked Vultures son buenos, muy buenos. Pero les falta chispa. Es decir, son tan familiares que se dejan demasiados minutos de canción en el vinilo, y se pasan de guapos, la verdad. Cada canción es genial durante casi 2 minutos (se salvan un par, como la "Creamera" Scumbag Blues - el blues de la bolsa de basura, si es que hasta en eso se salen...- o Reptiles, un poco demasiado Zeppelin, aunque claro, hay opiniones diversas y de setas está lleno el bosque).

Pero no sé si dicen nada propio. No tengo todavía claro si aguanto este disco interminable que me recuerda que la música que me enloquece ya no se hace, y estos tíos hacen arqueología y la sacan de la tierra, toda llena de manchas, medio rota, pero no la crean nueva, no me cuentan nada nuevo, y todo me sabe igual.
Al final, claro está, todo se resuelve con la teoría del pollo: hay tantas cosas que saben a pollo que como puedes llegar a saber que el pollo está bueno?

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